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Cine y series: el año que el audiovisual nos sostuvo

El 2020 que se fue será recordado para los cinéfilos como el momento definitivo en el que la pequeña pantalla se impuso a la sala. Los cines ya sufrían la espantada cuasi general fruto del cambio de modelo de consumo y ahora, en mitad de una pandemia mundial que parece no querer abandonarnos, muchos locales agonizan o han tenido que echar el cierre por la falta de espectadores.

El aplazamiento indefinido de los estrenos por parte del grueso de grandes estudios, o su estreno directo en plataformas de streaming para potenciar la ventana domiciliaria, auguran un cambio de paradigma en el terreno de la exhibición cinematográfica por el cual los intermediarios desaparecen y el modelo tradicional se resiente. Con seguridad, el negocio global del cine tampoco volverá a ser como lo conocíamos antes del coronavirus, pero ojalá la experiencia genuina de disfrutar de una película en pantalla grande y en comunidad no se convierta en un lujo ni en un evento marginal.

Tras una temporada en la que hemos consumido mucha ficción, la habitual lista anual viene esta vez en forma de selección corta de filmes, vistos tanto en salas como desde el sofá, que se consideran dignos de mención y con la novedad de incluir lo mejor de las series o miniseries de 2020 (aunque, como se verá, no necesariamente datadas en esa fecha).

Vamos con ellas:

Diamantes en bruto (Uncut gems, 2019) de Ben y Joshua Safdie (EE.UU.)

Estrenada directamente en Netflix a primeros del pasado año, Diamantes en bruto es el cuarto largometraje de los hermanos Safdie, una adrenalítica huida hacia delante de un estafador de poca monta (gran Adam Sandler), especialista en meterse en líos y con deudas por doquier. Los realizadores consiguen que la deriva de este personaje repugnante resulte adictiva pese a todo y nos mantenga en tensión constante por saber si esta vorágine llegará a algún puerto. El ritmo frenético de los acontecimientos, articulados a través de un montaje que no da tregua al tiempo que el protagonista penetra más y más en su callejón particular, traspasa la pantalla y logra crear una experiencia realmente potente.

Corpus Christi (Boże Ciało, 2019) de Jan Komasa (Polonia)

Entre las rivales de la coreana Parásitos y Dolor y gloria de Pedro Almodóvar por el Oscar a la mejor película internacional del año pasado se coló esta cinta sobre un impostor, que no desmerece en absoluto a las aludidas, y que parte de la historia de un joven delincuente que se hace pasar por el nuevo sacerdote de un pequeño pueblo polaco. Su camino hacia la fe como vía de redención pone en evidencia la actitud de una comunidad supuestamente ejemplar en su devoción y despierta traumáticos fantasmas entre los recelosos habitantes del lugar.

Corpus Christi posee la enorme virtud de sorprender constantemente en su desarrollo, la sensación de que todo va a estallar es continua y, en su abrupta resolución, sus responsables consiguen helar la sangre.

Sound of metal (2019) de Darius Marder (EE.UU.)

De tapadillo estrenó el servicio de streaming de Amazon a finales de año Sound of metal, una historia que tuvo su première en el Festival de Toronto de 2019 y que supone un acercamiento sincero a la vida de un baterista con repentinos problemas de audición. El estilo de vida transeúnte de Ruben, acostumbrado a viajar de local en local para actuar en vivo junto a su pareja, la cantante del dúo, se verá irremisiblemente afectado por su nuevo estado. Junto al esforzado trabajo de sonido en la recreación del universo que se abre ante el protagonista destacan las interpretaciones de Riz Ahmed y Paul Raci, que da vida a un instructor que será fundamental en la nueva vida del músico.

Una historia sencilla y muy humana sobre la adaptación a los cambios.

El padre (The father, 2020) de Florian Zeller (Reino Unido)

Quizá la película más redonda vista este año en el cine sea este debut tras las cámaras del autor teatral Florian Zeller, que en El padre adapta una de sus obras. Si bien se trasluce el origen escénico de la propuesta, el británico logra levantar una pieza cinematográfica de carácter irreprochable a través de un estudiado juego de espacios en un decorado casi único (el interior de una casa) como símbolo de la trayectoria vital de su anciano protagonista, que ahora vive sumido en la confusión. Es recomendable acercarse a este filme con la menor información posible y dejarse guiar por su laberinto con aroma de thriller, un valiente enfoque que culmina en un final auténticamente conmovedor.

Solo por asistir a la clase magistral que Anthony Hopkins imparte a sus 83 años en un papel que le toca más de cerca que nunca ya habrá merecido la pena pagar la entrada.

MENCIONES ESPECIALES

Con los años uno cada vez trata de resaltar de forma más entusiasta aquellas películas cuyos mayores méritos se hallan en ofrecer algo diferente. Aunque no sean redondas (más bien podrías aborrecerlas en primera instancia), son obras que se salen de la norma e indudablemente nos proponen una experiencia nueva como espectadores.

Vivimos todavía muy influidos por la narrativa tradicional del cine. Los cambios no suelen ser bien recibidos, pero hacen que el arte avance. Si uno tiene la inquietud por bucear en nuevas cinematografías y descubrir otras miradas debe asumir que la satisfacción no será inmediata; la recompensa quizá resida en el propio acto de abrirse a descubrir la riqueza del cine y sus posibilidades, y el poso que nos pueda dejar un filme será una primera buena señal.

He aquí algunos ejemplos destacados de cine poco convencional que nos dejó la pasada cosecha:

El faro (The lighthouse, 2019) de Robert Eggers (EE.UU.)

En su magnífico ensayo La semilla inmortal, Jordi Balló y Xavi Pérez realizaban un trabajo exhaustivo identificando el origen de las historias que vertebran la cultura occidental y han servido de base a los cineastas para construir sus relatos. En este sentido tienen mucha importancia los mitos griegos. El faro bebe de muchas fuentes cultas y eso se nota desde el inglés anticuado utilizado por los protagonistas y sus referencias a las leyendas del mar, al halo expresionista que refiere su tenebrosa y espléndida fotografía en blanco y negro en formato 4:3, y a su particular actualización del mito de Prometeo, el humano que robó el fuego a los dioses y fue castigado por ello.

Todo es formalmente magnífico en esta cinta de antiterror que genera estupefacción en muchos momentos, pero que aporta ese «algo» extra.

Estoy pensando en dejarlo (I’m thinking of ending things, 2020) de Charlie Kaufman (EE.UU.)

Desde sus inicios como guionista, Charlie Kaufman apuntaba hechuras de autor extraño e inclasificable. Su paso a la dirección ha seguido en esa línea consciente de perseguir lo bizarro, mezclar géneros, jugar siempre con las expectativas del espectador y desesperarlo si es menester. Estoy pensando en dejarlo no es una película de fácil digestión, pero puede ser admirada por varios motivos: sus reflexiones profundas sobre la identidad y la existencia, su desacostumbrado sentido del humor, su juego meta, la sinceridad del discurso de fondo y el amor hacia sus personajes o un cambio de punto de vista a mitad de la historia que descoloca por completo.

Estamos ante uno de esos filmes que nos recuerdan que las reglas están para saltárselas y, como tal, se agradece que Netflix de cabida en su sobresaturado catálogo a esta voz tan particular.

Under the skin (2013) de Jonathan Glazer (Reino Unido)

¿Un filme de 2013 en la lista? Efectivamente, pues esta obra de culto del siglo XXI nunca llegó a estrenarse en cines. Ha habido que esperar siete años y el empeño de la distribuidora Avalon para que Under the skin arribara a los cines y más tarde a Filmin.

Nos encontramos ante una cinta de ciencia ficción que ya desde su escena inicial deja claras sus ambiciones. Una extraterrestre (Scarlett Johansson) vaga por la Tierra devorando a hombres con la libido subida, hasta que uno de sus encuentros consigue remover algo en su interior. Tanto la estética como la banda sonora resultan decisivas para crear misterio e incomodidad a lo largo de casi dos horas inquietantes e impredecibles cuyo desenlace sorprende visto hoy por su carácter profético.

MÁS SOBRE EL CINE DE 2020

  • Otros títulos destacados: El juicio de los 7 de Chicago, de Aaron Sorkin; Ema, de Pablo Larraín; 1917, de Sam Mendes; Sentimental, de Cesc Gay; Martin Eden, de Pietro Marcello; Un blanco, blanco día; de Hlynur Palmason, Richard Jewell, de Clint Eastwood, y Soul, de Pete Docter.
  • Interesantes: My mexican Bretzel, de Nuria Giménez Lorang; Mank, de David Fincher; Blanco en blanco, de Theo Court; Monos, de Alejandro Landes; El diablo a todas horas, de Antonio Campos; Los europeos, de Víctor García León; The way back, de Gavin O’Connor; El oficial y el espía, de Roman Polanski; Tenet, de Christopher Nolan y Vida oculta, de Terrence Malick.
  • Fallidas: Jojo Rabbit, de Taika Waititi, y Crímenes de familia, de Sebastián Schindel.
  • Los redescubrimientos: Azul, de Krzysztof Kieslowski (1993) y Persona, de Ingmar Bergman (1966).

El tiempo y las benditas circunstancias han suscitado el regreso a estas dos películas para apreciar finalmente su valía, lo que me da la oportunidad de reivindicar la importancia que tienen o pueden tener los segundos visionados.

Kieslowski dio inició a su trilogía de los tres colores de la bandera francesa con la más inspirada de sus entregas, que deleitó a la crítica de los años 90. Una mujer pierde a su marido y su hija en un accidente automovilístico y decide afrontar el duelo de una forma muy particular, en contra de lo que los demás esperan de ella. La música tiene un papel fundamental en la trama (el esposo de Julie, el personaje de Juliette Binoche, era un importante compositor) y el filme se estructura como una trágica serenata que redefine el poder metafórico del cine y pone de manifiesto la visión poética del director polaco, que merece todo el crédito como uno de los más importantes autores europeos contemporáneos.

Ingmar Bergman es top ten de los mejores realizadores de la historia y quizá esta obra de modernidad apabullante sea la que con más recurrencia asocian los aficionados a su genio. Jamás se había equiparado de tal forma la realidad humana con el cine. En menos de hora y media asistimos a un fascinante juego de representaciones capitaneado por dos mujeres (una actriz que se ha quedado muda y su enfermera) cuya intimidad se va aproximando hasta que las personalidades acaban confundiéndose. Pese al dramatismo de varios pasajes, Bergman está ahí para recordarnos que esto es ficción hasta el punto de partir la película por la mitad (el rollo se acaba) o haciendo virguerías con el montaje, como en ese torrente inicial de imágenes aparentemente inconexas.

Persona demuestra que el sueco sabía tanto de la vida como del séptimo arte (se adelantó en varios años a la Nouvelle Vague, dijo Godard). Para descubrir y revisitar mil veces.

  • La mejor película vista en casa: Dejad paso al mañana, de Leo McCarey (1937).

Este clásico del melodrama norteamericano resultó un fracaso allá por los años años 30. Esto se explica por su sincero realismo en el retrato de las relaciones familiares, con una mezcla de amargura y ternura que no encajó bien en una época deprimida pese a venir firmada por el autor de Sopa de ganso, de los Hermanos Marx, y La pícara puritana. Igual de entrañable que esta, aunque tan resignada como sus protagonistas asumiendo el papel que la vejez les ha asignado para el resto de sus días, se erige vista hoy como una joya a rescatar del olvido (se afirma que inspiró al mismísimo Yasujiro Ozu para realizar su inmortal Cuentos de Tokio).

SERIES

Succession (HBO, T1-T2)

La tan cacareada «Edad de Oro de las series» quedó atrás hace tiempo, lo cual no quiere decir que la rebosante parrilla televisiva no cuente con hitos. Si bien uno siempre preferirá los largometrajes a las series (entre otras cosas porque los defectos se camuflan mejor en una ficción alargada que en un producto de dos horas, igual que es más fácil escribir un libro largo que uno breve, por paradójico que parezca) de vez en cuando no queda más remedio que rendirse ante el talento de los responsables de algunos proyectos que no tienen por qué encajar en la etiqueta de «mejor serie del momento», esa que se renueva prácticamente todas las semanas.

La última ganadora del Emmy al mejor TV show dramático en Estados Unidos se llama Succession. No es fácil conseguir en el espectador la sensación de urgencia por reproducir el capítulo siguiente sin recurrir al cliffhanger forzado o por mera costumbre de estar entretenidos durante la cena; más bien es el fruto de la inteligencia y buen hacer de profesionales que gozan de una visión global sobre su criatura y saben lo que quieren contar y cómo. En este caso, el efecto que se da es curioso pues se nos presenta una galería de personajes despreciables por diferentes motivos, pero de los que es imposible despegarse hasta el final para asistir a la disputa encarnizada de cuatro hermanos por el control del imperio mediático construido por su padre, el despiadado magnate de las comunicaciones Logan Roy.

El hecho de que la segunda temporada gane en profundidad y vaya todavía más lejos que la anterior es un signo positivo de que nos encontramos ante algo especial. ¿Cuántos casos de series conocemos que deslumbraron a la audiencia en su primera emisión para después ir disipándose con el transcurso de los años? A la espera de una tercera temporada cuya grabación se ha visto interrumpida por la pandemia, démosle a Jesse Armstrong y a su equipo todo el crédito que se han ganado.

El desafío: ETA (Prime Video)

Ocho episodios para entender la trayectoria de la banda terrorista ETA, que desde el tardo franquismo hasta bien entrados los 2000 llevó a cabo acciones que acarrearon la muerte de más de 900 personas e incalculables daños colaterales. Si bien se quedan fuera algunos asuntos derivados del problema vasco, algo inevitable, la serie documental de Hugo Stuven destaca por su minuciosidad en la reconstrucción y contextualización de los hechos, y aporta pasajes reveladores que explican cómo se llevaron a cabo las operaciones más importantes que apuntaron hacia el final del conflicto.

Lo más estremecedor y, sin duda, necesario para entender la cuestión en todas sus dimensiones es escuchar a las víctimas, que generosamente se suman al relato para exponer cómo la sinrazón y la barbarie ha marcado sus vidas.

Halt and catch fire (Filmin)

Uno de los mayores placeres que supone adentrarse en esta serie producida por AMC y distribuida en España por Filmin es asistir a la evolución de sus personajes. Su viaje, con una estética y tono que recuerdan a Mad men (cambiando los 50 por los años 80 y la publicidad por la informática), empieza presentando a unos personajes ambiciosos y egoístas a los que las circunstancias acaban guiando por el camino del entendimiento y la confraternización, un ejemplo perfecto de cómo limar asperezas cuando lo que importa es hacer causa común por un fin colectivo.

Cuatro temporadas apasionantes donde lo que importan no son los golpes de efectos, sino las personas: sus anhelos, sus fracasos y secretos, sus miedos internos y la búsqueda de la excelencia en su profesión, que conecta en su afán de mejora a la máquina con el hombre. De las series más completas y logradas que he visto nunca.

Apocalipsis: La Primera y Segunda Guerra Mundial (Filmin)

Excelente miniserie francesa realizada en exclusiva con imágenes de archivo. El trabajo de recopilación de los testimonios gráficos y su restauración es impecable, junto a una precisa narración de los acontecimientos que perfila un gran fresco de estas dos decisivas contiendas. Sus responsables, Isabelle Clarke y Daniel Costelle, han realizado otros documentales dentro de la antología Apocalipsis aproximándose a figuras como Hitler y Stalin o a episodios bélicos concretos como Verdún o el desembarco de Normandía.

Back to life y Pure (Filmin)

Para concluir, dos miniseries británicas con mucho encanto en buena medida aportado por sendas protagonistas femeninas. Back to life cuenta la vuelta a casa de una exconvicta y se centra en clave de comedia dramática en su readaptación y en la relación con sus padres. Por su parte, Pure es una sincera mirada a la vida de una chica de provincias con un curioso trastorno (le asaltan visiones de contenido sexual) que llega a Londres para tratar de reactivar su vida y, si es posible, mitigar sus fantasmas. Personajes extravagantes, situaciones que provocan vergüenza y mucha humanidad son las grandes armas de estos más que recomendables shows.

  • Otros títulos destacados: The crown (Netflix, T4); Patria (HBO); Gambito de dama (Netflix); A los gatos, ni tocarlos (Netflix); El método Kominsky (Netflix, T1), Orange is the new black (Netflix, T4) y The virtues (Filmin).