El cerebro mecánico

Las películas de Kubrick me generan sentimientos encontrados, pero Kubrick no. No tiene herederos porque nadie puede o se ha atrevido a copiar su estilo. Solo hay un Kubrick y nadie más rueda así. Hay ambición y meticulosidad en otros cineastas, pero la etiqueta de perfeccionista será siempre suya. Varios habrán tratado de pergeñar una gran película en cada género cinematográfico, pero el debate se reduce a si él lo consiguió. Para el título de maestro en la composición del plano tiene pocos rivales.

Lo que define a Kubrick ya estaba en su debut Fear and desire, un bélico con muchos errores que el director no corrigió con los años, sino que elevó. Ligó su marca personal a la excelencia. 2001, Barry Lyndon, Espartaco y Senderos de gloria me parecen cumbres, mientras que El resplandor, La chaqueta metálica, Teléfono rojo o Eyes Wide Shut me generan dudas. La naranja mecánica también. Siempre he pensado que es una película que nació vieja; no entro en su juego de exponer violencia para denunciarla ni en cómo utiliza la distopía para hablar de lo real. Me molesta lo que exhibe y no me motiva lo que sugiere. Hay mucho artificio en ella. Sin embargo, el impacto que provocó en su momento y la vigencia de sus temas de fondo la mantienen joven para muchos. Nos centraremos en lo que supone como aventura lingüística en el 50 aniversario de su producción, y sobre la que DiccET es el sitio ideal para profundizar.

Luz que martiriza

Pocos casos se han dado, seguimos investigando, en los que una película haya trascendido además de por sus cualidades artísticas (que en este caso son numerosas) por acuñar un término que hoy es reconocido mayoritariamente. Este es el trampolín perfecto para pasar a engrosar la nómina de entradas en DiccET en su faceta cinéfilo-lingüística.

Objetos que se extravían y reaparecen, estados de ánimo condicionados, ruidos inexplicables, luces que menguan… El inquietante juego que planteó George Cukor en este thriller gótico, uno de sus filmes más populares, va mucho más allá del suspense pasajero. Es la puesta en escena de un catálogo de elementos en torno al maltrato psicológico, una acción temible que en este caso resulta más abrumadora pues viene ejercida por una persona que, en teoría, ama a otra. ¿De dónde nace este juego cruel? He aquí algunas razones.

Mascarillas, multiescenario e incertidumbres en los Oscar más atípicos

Nunca había transcurrido tanto tiempo entre una ceremonia y otra. Más de catorce meses después aterrizan los Oscar 2020 condicionados, como todo lo demás, por la pandemia mundial de coronavirus a la espera de comprobar cómo afecta este panorama a su retransmisión televisiva. Los responsables de la gala, comandados este año por el cineasta Steven Soderbergh, han renunciado a las conexiones en directo con los domicilios de los nominados y han habilitado dos escenarios en Los Angeles (entre ellos, el habitual Dolby Theatre) y uno en Londres (para los europeos que no quieran desplazarse a Estados Unidos) con el deseo de confeccionar una entrega de premios lo más presencial posible. No se conocen muchos más detalles (salvo que los que asistan podrán prescindir de la mascarilla cuando no haya pausas publicitarias), y seguramente la multiconexión esconderá más de un as bajo la manga.

No cabe duda de que nos encontramos ante una de las galas de los Oscar más atípicas que se han llevado a cabo. La Academia de Hollywood no se planteó jamás suspenderlos (llevan celebrándose ininterrumpidamente desde 1929) y con este retraso pretendía agarrarse al clavo de la tradición, pese a que este año no volverá a haber presentador en pos de esa tendencia reciente capitaneada por el minimalismo y la corrección que ha ido menoscabando la puesta en escena y el sentido del espectáculo de décadas anteriores.

Entrando ya en el terreno puramente cinematográfico, hay que destacar que pese a la limitación de estrenos en salas durante 2020, y con el soporte creciente de las plataformas televisivas, ha quedado una terna de ocho nominados con un nivel muy aceptable. Los votantes han sabido quitar paja e ir a la raíz apoyando estas propuestas atrevidas, también clásicas, dramáticas, irreverentes incluso, en las que el mensaje político parece ser el común denominador.

La favorita de la noche es Nomadland, la historia sobre los modernos nómadas norteamericanos hijos de la crisis económica de 2008. El nuevo trabajo de Chloé Zhao (The rider) empezó la temporada de premios inmejorablemente con su León de Oro en Venecia (que cobra a cada año que pasa más importancia en los Oscar) y el Premio del Público en el Festival de Toronto. Parece la cinta destinada a repetir el triunfo de Kathryn Bigelow y En tierra hostil en 2009 sumando una nueva estatuilla a mejor película y mejor dirección para una obra firmada por una mujer. Además, también se perfila como la principal aspirante en los apartados de guion adaptado y fotografía.

La que también puede unirse a la Historia es su actriz principal (además de productora) Frances McDormand, en la noche que podría suponer su tercer Oscar en esta categoría (tras Fargo y Tres anuncios en las afueras). La carrera por el premio a mejor actriz se presenta como la más apretada e impredecible de la noche en tanto que cuatro de las nominadas se han llevado los reconocimientos más influyentes de la previa (Carey Mulligan, Critic’s Choice; Andra Day, Globo de Oro; Viola Davis, SAG, y McDormand, el Bafta). Esta falta de unanimidad es de agradecer y añade incertidumbre a la decisión final de los académicos.

Una joven prometedora, dirigida por la británica Emerald Fennell y que podría reportar el premio a Mulligan, también supone un hito al llevar a dos mujeres por primera vez en 93 años a ser finalistas en la lucha por el premio de dirección. De este quinteto se ha quedado fuera el prestigioso guionista, y ahora filmmaker, Aaron Sorkin, cuyo El juicio de los 7 de Chicago (su reparto se llevó el SAG) parece la única alternativa real a Nomadland (recordemos que la ausencia en mejor realizador no fue impedimento para que Argo o Green Book se alzaran como ganadoras recientemente). Sin embargo, el peso del premio del Gremio de Productores (PGA) y del de Directores (DGA) para la cinta de Zhao representan una pendiente muy difícil de remontar. En el otro lado del ring está Mank, la tercera nominación en la carrera de David Fincher que, pese a ser la que más candidaturas acumula (10), está quedando fuera de los comentarios por sus escasas posibilidades de arañar algo más allá de un premio técnico.

La categoría de mejor actor parece decantada para el fallecido Chadwick Boseman por dar vida a un trompetista en La madre del blues. Los incontestables trabajos de Anthony Hopkins y Riz Ahmed, que son el alma de sus respectivas películas (El padre y Sound of metal son, en mi opinión, las dos mejores de las nominadas este año), podrían irse de vacío injustamente, pese a que los recientes Bafta e Independent Spirit Award que han recibido cada uno respectivamente pondrán algo de suspense al veredicto.

En cuanto a los actores de reparto, los claros favoritos son Daniel Kaluuya (Judas y el mesías negro) y Youn Yuh-jung (Minari) en detrimento de Paul Raci (el único de los cinco en su categoría que cuenta con un papel auténticamente secundario) y Glenn Close (que podría perder el Oscar por octava vez).

Y, como corresponde, ponemos en marcha la quiniela anual animando a todo aquel que quiera participar en esta extraña edición. Son 23 categorías (desaparece el premio de Edición de sonido). Suerte y al Oscar.

Los orígenes del horror

Entre los nombres de los genios más reconocidos del cine debería aparecer por imperativo Friedrich Wilhem Murnau si entendemos esta categoría como exponente de quienes contribuyeron a construir su lenguaje. Como realizador, Murnau adoptó las señas de identidad del expresionismo alemán exhibiendo un talento natural para la experimentación visual y poniendo énfasis en las posibilidades narrativas de este arte asociadas a los movimientos de cámara y la factura claroscura.

El filme que comenzó a darle visibilidad y lo llevó de su Germania natal a Estados Unidos, donde concluyó su carrera prematuramente al morir en un accidente de tráfico, fue Nosferatu (1922), su particular visión de la novela de Bram Stoker Drácula. En la siguiente entrada en DiccET nos acercamos a los orígenes de esta cinta y a algunas de las particularidades que aún hoy, casi cien años después, la mantienen como una de las leyendas catedralicias de la ficción vampírica.

Casi nadie es perfecto

Entre finales de los 50 y principios de los 60, Alfred Hitchcock y Billy Wilder firmaron, en años consecutivos, los títulos que podrían considerarse como lo mejor de su filmografía (Vértigo, Con la muerte en los talones y Psicosis, el primero, y Con faldas y a lo loco, El apartamento y Uno, dos, tres, el segundo). Si concedemos que El apartamento es un film de tono agridulce, las otras dos cintas del maestro austriaco son, sin duda, las mejores comedias con las que cuenta en su haber, repletas de hallazgos y momentos memorables.

Hoy nos acercamos a Con faldas y a lo loco para descubrir de dónde viene su nombre (nada que ver con el original), conocer algunas anécdotas del rodaje y recordar una de las réplicas más agudas que se han escrito para el cine.

Todo ello en esta entrada en DiccET.

Los buscadores

La nueva entrada en DiccET rememora uno de los grandes clásicos de John Ford. Si bien aludimos a su título original, en España se la identifica masivamente por su traducción libre al castellano, que pretendía añadir más poesía a la que el filme destila por sí mismo.

La película que nos presentó al inolvidable Ethan Edwards, una de las personalidades más complejas de la gran pantalla, y que es referencia para numerosos cineastas, algunos auténticos devotos como Martin Scorsese y Steven Spielberg (que la ha homenajeado en su cine en más de una ocasión), posee, además, uno de los finales más hermosos y perfectos que ha dado el séptimo arte.

Aquí os hablamos un poco de Centauros del desierto.

SdCine meets DiccET

Soteras de Cine se enorgullece de presentar la nueva colaboración con DiccET, el diccionario online enfocado a recoger los términos y expresiones populares que no contemplan la RAE ni otros diccionarios similares, cuyo interés también abarca el ámbito cultural. Es aquí donde nace esta cooperación que tendrá continuidad de hoy en adelante.

Para la primera colaboración hemos tratado de ligar una película de los años 60 con un término muy en boga en el ámbito político: el sorpaso. La escapada relata una simbólica huida en forma de vacaciones improvisadas de una pareja de personalidades contrapuestas, la viva imagen de un país en permanente ebullición como es Italia.

Aquí puedes consultar la entrada inicial de SdCine en DiccET, al que se pueden aportar sugerencias para que su base de datos siga creciendo y todos ganemos en conocimiento.

Cine y series: el año que el audiovisual nos sostuvo

El 2020 que se fue será recordado para los cinéfilos como el momento definitivo en el que la pequeña pantalla se impuso a la sala. Los cines ya sufrían la espantada cuasi general fruto del cambio de modelo de consumo y ahora, en mitad de una pandemia mundial que parece no querer abandonarnos, muchos locales agonizan o han tenido que echar el cierre por la falta de espectadores.

El aplazamiento indefinido de los estrenos por parte del grueso de grandes estudios, o su estreno directo en plataformas de streaming para potenciar la ventana domiciliaria, auguran un cambio de paradigma en el terreno de la exhibición cinematográfica por el cual los intermediarios desaparecen y el modelo tradicional se resiente. Con seguridad, el negocio global del cine tampoco volverá a ser como lo conocíamos antes del coronavirus, pero ojalá la experiencia genuina de disfrutar de una película en pantalla grande y en comunidad no se convierta en un lujo ni en un evento marginal.

Tras una temporada en la que hemos consumido mucha ficción, la habitual lista anual viene esta vez en forma de selección corta de filmes, vistos tanto en salas como desde el sofá, que se consideran dignos de mención y con la novedad de incluir lo mejor de las series o miniseries de 2020 (aunque, como se verá, no necesariamente datadas en esa fecha).

Vamos con ellas:

Diamantes en bruto (Uncut gems, 2019) de Ben y Joshua Safdie (EE.UU.)

Estrenada directamente en Netflix a primeros del pasado año, Diamantes en bruto es el cuarto largometraje de los hermanos Safdie, una adrenalítica huida hacia delante de un estafador de poca monta (gran Adam Sandler), especialista en meterse en líos y con deudas por doquier. Los realizadores consiguen que la deriva de este personaje repugnante resulte adictiva pese a todo y nos mantenga en tensión constante por saber si esta vorágine llegará a algún puerto. El ritmo frenético de los acontecimientos, articulados a través de un montaje que no da tregua al tiempo que el protagonista penetra más y más en su callejón particular, traspasa la pantalla y logra crear una experiencia realmente potente.

Corpus Christi (Boże Ciało, 2019) de Jan Komasa (Polonia)

Entre las rivales de la coreana Parásitos y Dolor y gloria de Pedro Almodóvar por el Oscar a la mejor película internacional del año pasado se coló esta cinta sobre un impostor, que no desmerece en absoluto a las aludidas, y que parte de la historia de un joven delincuente que se hace pasar por el nuevo sacerdote de un pequeño pueblo polaco. Su camino hacia la fe como vía de redención pone en evidencia la actitud de una comunidad supuestamente ejemplar en su devoción y despierta traumáticos fantasmas entre los recelosos habitantes del lugar.

Corpus Christi posee la enorme virtud de sorprender constantemente en su desarrollo, la sensación de que todo va a estallar es continua y, en su abrupta resolución, sus responsables consiguen helar la sangre.

Sound of metal (2019) de Darius Marder (EE.UU.)

De tapadillo estrenó el servicio de streaming de Amazon a finales de año Sound of metal, una historia que tuvo su première en el Festival de Toronto de 2019 y que supone un acercamiento sincero a la vida de un baterista con repentinos problemas de audición. El estilo de vida transeúnte de Ruben, acostumbrado a viajar de local en local para actuar en vivo junto a su pareja, la cantante del dúo, se verá irremisiblemente afectado por su nuevo estado. Junto al esforzado trabajo de sonido en la recreación del universo que se abre ante el protagonista destacan las interpretaciones de Riz Ahmed y Paul Raci, que da vida a un instructor que será fundamental en la nueva vida del músico.

Una historia sencilla y muy humana sobre la adaptación a los cambios.

El padre (The father, 2020) de Florian Zeller (Reino Unido)

Quizá la película más redonda vista este año en el cine sea este debut tras las cámaras del autor teatral Florian Zeller, que en El padre adapta una de sus obras. Si bien se trasluce el origen escénico de la propuesta, el británico logra levantar una pieza cinematográfica de carácter irreprochable a través de un estudiado juego de espacios en un decorado casi único (el interior de una casa) como símbolo de la trayectoria vital de su anciano protagonista, que ahora vive sumido en la confusión. Es recomendable acercarse a este filme con la menor información posible y dejarse guiar por su laberinto con aroma de thriller, un valiente enfoque que culmina en un final auténticamente conmovedor.

Solo por asistir a la clase magistral que Anthony Hopkins imparte a sus 83 años en un papel que le toca más de cerca que nunca ya habrá merecido la pena pagar la entrada.

MENCIONES ESPECIALES

Con los años uno cada vez trata de resaltar de forma más entusiasta aquellas películas cuyos mayores méritos se hallan en ofrecer algo diferente. Aunque no sean redondas (más bien podrías aborrecerlas en primera instancia), son obras que se salen de la norma e indudablemente nos proponen una experiencia nueva como espectadores.

Vivimos todavía muy influidos por la narrativa tradicional del cine. Los cambios no suelen ser bien recibidos, pero hacen que el arte avance. Si uno tiene la inquietud por bucear en nuevas cinematografías y descubrir otras miradas debe asumir que la satisfacción no será inmediata; la recompensa quizá resida en el propio acto de abrirse a descubrir la riqueza del cine y sus posibilidades, y el poso que nos pueda dejar un filme será una primera buena señal.

He aquí algunos ejemplos destacados de cine poco convencional que nos dejó la pasada cosecha:

El faro (The lighthouse, 2019) de Robert Eggers (EE.UU.)

En su magnífico ensayo La semilla inmortal, Jordi Balló y Xavi Pérez realizaban un trabajo exhaustivo identificando el origen de las historias que vertebran la cultura occidental y han servido de base a los cineastas para construir sus relatos. En este sentido tienen mucha importancia los mitos griegos. El faro bebe de muchas fuentes cultas y eso se nota desde el inglés anticuado utilizado por los protagonistas y sus referencias a las leyendas del mar, al halo expresionista que refiere su tenebrosa y espléndida fotografía en blanco y negro en formato 4:3, y a su particular actualización del mito de Prometeo, el humano que robó el fuego a los dioses y fue castigado por ello.

Todo es formalmente magnífico en esta cinta de antiterror que genera estupefacción en muchos momentos, pero que aporta ese «algo» extra.

Estoy pensando en dejarlo (I’m thinking of ending things, 2020) de Charlie Kaufman (EE.UU.)

Desde sus inicios como guionista, Charlie Kaufman apuntaba hechuras de autor extraño e inclasificable. Su paso a la dirección ha seguido en esa línea consciente de perseguir lo bizarro, mezclar géneros, jugar siempre con las expectativas del espectador y desesperarlo si es menester. Estoy pensando en dejarlo no es una película de fácil digestión, pero puede ser admirada por varios motivos: sus reflexiones profundas sobre la identidad y la existencia, su desacostumbrado sentido del humor, su juego meta, la sinceridad del discurso de fondo y el amor hacia sus personajes o un cambio de punto de vista a mitad de la historia que descoloca por completo.

Estamos ante uno de esos filmes que nos recuerdan que las reglas están para saltárselas y, como tal, se agradece que Netflix de cabida en su sobresaturado catálogo a esta voz tan particular.

Under the skin (2013) de Jonathan Glazer (Reino Unido)

¿Un filme de 2013 en la lista? Efectivamente, pues esta obra de culto del siglo XXI nunca llegó a estrenarse en cines. Ha habido que esperar siete años y el empeño de la distribuidora Avalon para que Under the skin arribara a los cines y más tarde a Filmin.

Nos encontramos ante una cinta de ciencia ficción que ya desde su escena inicial deja claras sus ambiciones. Una extraterrestre (Scarlett Johansson) vaga por la Tierra devorando a hombres con la libido subida, hasta que uno de sus encuentros consigue remover algo en su interior. Tanto la estética como la banda sonora resultan decisivas para crear misterio e incomodidad a lo largo de casi dos horas inquietantes e impredecibles cuyo desenlace sorprende visto hoy por su carácter profético.

MÁS SOBRE EL CINE DE 2020

  • Otros títulos destacados: El juicio de los 7 de Chicago, de Aaron Sorkin; Ema, de Pablo Larraín; 1917, de Sam Mendes; Sentimental, de Cesc Gay; Martin Eden, de Pietro Marcello; Un blanco, blanco día; de Hlynur Palmason, Richard Jewell, de Clint Eastwood, y Soul, de Pete Docter.
  • Interesantes: My mexican Bretzel, de Nuria Giménez Lorang; Mank, de David Fincher; Blanco en blanco, de Theo Court; Monos, de Alejandro Landes; El diablo a todas horas, de Antonio Campos; Los europeos, de Víctor García León; The way back, de Gavin O’Connor; El oficial y el espía, de Roman Polanski; Tenet, de Christopher Nolan y Vida oculta, de Terrence Malick.
  • Fallidas: Jojo Rabbit, de Taika Waititi, y Crímenes de familia, de Sebastián Schindel.
  • Los redescubrimientos: Azul, de Krzysztof Kieslowski (1993) y Persona, de Ingmar Bergman (1966).

El tiempo y las benditas circunstancias han suscitado el regreso a estas dos películas para apreciar finalmente su valía, lo que me da la oportunidad de reivindicar la importancia que tienen o pueden tener los segundos visionados.

Kieslowski dio inició a su trilogía de los tres colores de la bandera francesa con la más inspirada de sus entregas, que deleitó a la crítica de los años 90. Una mujer pierde a su marido y su hija en un accidente automovilístico y decide afrontar el duelo de una forma muy particular, en contra de lo que los demás esperan de ella. La música tiene un papel fundamental en la trama (el esposo de Julie, el personaje de Juliette Binoche, era un importante compositor) y el filme se estructura como una trágica serenata que redefine el poder metafórico del cine y pone de manifiesto la visión poética del director polaco, que merece todo el crédito como uno de los más importantes autores europeos contemporáneos.

Ingmar Bergman es top ten de los mejores realizadores de la historia y quizá esta obra de modernidad apabullante sea la que con más recurrencia asocian los aficionados a su genio. Jamás se había equiparado de tal forma la realidad humana con el cine. En menos de hora y media asistimos a un fascinante juego de representaciones capitaneado por dos mujeres (una actriz que se ha quedado muda y su enfermera) cuya intimidad se va aproximando hasta que las personalidades acaban confundiéndose. Pese al dramatismo de varios pasajes, Bergman está ahí para recordarnos que esto es ficción hasta el punto de partir la película por la mitad (el rollo se acaba) o haciendo virguerías con el montaje, como en ese torrente inicial de imágenes aparentemente inconexas.

Persona demuestra que el sueco sabía tanto de la vida como del séptimo arte (se adelantó en varios años a la Nouvelle Vague, dijo Godard). Para descubrir y revisitar mil veces.

  • La mejor película vista en casa: Dejad paso al mañana, de Leo McCarey (1937).

Este clásico del melodrama norteamericano resultó un fracaso allá por los años años 30. Esto se explica por su sincero realismo en el retrato de las relaciones familiares, con una mezcla de amargura y ternura que no encajó bien en una época deprimida pese a venir firmada por el autor de Sopa de ganso, de los Hermanos Marx, y La pícara puritana. Igual de entrañable que esta, aunque tan resignada como sus protagonistas asumiendo el papel que la vejez les ha asignado para el resto de sus días, se erige vista hoy como una joya a rescatar del olvido (se afirma que inspiró al mismísimo Yasujiro Ozu para realizar su inmortal Cuentos de Tokio).

SERIES

Succession (HBO, T1-T2)

La tan cacareada «Edad de Oro de las series» quedó atrás hace tiempo, lo cual no quiere decir que la rebosante parrilla televisiva no cuente con hitos. Si bien uno siempre preferirá los largometrajes a las series (entre otras cosas porque los defectos se camuflan mejor en una ficción alargada que en un producto de dos horas, igual que es más fácil escribir un libro largo que uno breve, por paradójico que parezca) de vez en cuando no queda más remedio que rendirse ante el talento de los responsables de algunos proyectos que no tienen por qué encajar en la etiqueta de «mejor serie del momento», esa que se renueva prácticamente todas las semanas.

La última ganadora del Emmy al mejor TV show dramático en Estados Unidos se llama Succession. No es fácil conseguir en el espectador la sensación de urgencia por reproducir el capítulo siguiente sin recurrir al cliffhanger forzado o por mera costumbre de estar entretenidos durante la cena; más bien es el fruto de la inteligencia y buen hacer de profesionales que gozan de una visión global sobre su criatura y saben lo que quieren contar y cómo. En este caso, el efecto que se da es curioso pues se nos presenta una galería de personajes despreciables por diferentes motivos, pero de los que es imposible despegarse hasta el final para asistir a la disputa encarnizada de cuatro hermanos por el control del imperio mediático construido por su padre, el despiadado magnate de las comunicaciones Logan Roy.

El hecho de que la segunda temporada gane en profundidad y vaya todavía más lejos que la anterior es un signo positivo de que nos encontramos ante algo especial. ¿Cuántos casos de series conocemos que deslumbraron a la audiencia en su primera emisión para después ir disipándose con el transcurso de los años? A la espera de una tercera temporada cuya grabación se ha visto interrumpida por la pandemia, démosle a Jesse Armstrong y a su equipo todo el crédito que se han ganado.

El desafío: ETA (Prime Video)

Ocho episodios para entender la trayectoria de la banda terrorista ETA, que desde el tardo franquismo hasta bien entrados los 2000 llevó a cabo acciones que acarrearon la muerte de más de 900 personas e incalculables daños colaterales. Si bien se quedan fuera algunos asuntos derivados del problema vasco, algo inevitable, la serie documental de Hugo Stuven destaca por su minuciosidad en la reconstrucción y contextualización de los hechos, y aporta pasajes reveladores que explican cómo se llevaron a cabo las operaciones más importantes que apuntaron hacia el final del conflicto.

Lo más estremecedor y, sin duda, necesario para entender la cuestión en todas sus dimensiones es escuchar a las víctimas, que generosamente se suman al relato para exponer cómo la sinrazón y la barbarie ha marcado sus vidas.

Halt and catch fire (Filmin)

Uno de los mayores placeres que supone adentrarse en esta serie producida por AMC y distribuida en España por Filmin es asistir a la evolución de sus personajes. Su viaje, con una estética y tono que recuerdan a Mad men (cambiando los 50 por los años 80 y la publicidad por la informática), empieza presentando a unos personajes ambiciosos y egoístas a los que las circunstancias acaban guiando por el camino del entendimiento y la confraternización, un ejemplo perfecto de cómo limar asperezas cuando lo que importa es hacer causa común por un fin colectivo.

Cuatro temporadas apasionantes donde lo que importan no son los golpes de efectos, sino las personas: sus anhelos, sus fracasos y secretos, sus miedos internos y la búsqueda de la excelencia en su profesión, que conecta en su afán de mejora a la máquina con el hombre. De las series más completas y logradas que he visto nunca.

Apocalipsis: La Primera y Segunda Guerra Mundial (Filmin)

Excelente miniserie francesa realizada en exclusiva con imágenes de archivo. El trabajo de recopilación de los testimonios gráficos y su restauración es impecable, junto a una precisa narración de los acontecimientos que perfila un gran fresco de estas dos decisivas contiendas. Sus responsables, Isabelle Clarke y Daniel Costelle, han realizado otros documentales dentro de la antología Apocalipsis aproximándose a figuras como Hitler y Stalin o a episodios bélicos concretos como Verdún o el desembarco de Normandía.

Back to life y Pure (Filmin)

Para concluir, dos miniseries británicas con mucho encanto en buena medida aportado por sendas protagonistas femeninas. Back to life cuenta la vuelta a casa de una exconvicta y se centra en clave de comedia dramática en su readaptación y en la relación con sus padres. Por su parte, Pure es una sincera mirada a la vida de una chica de provincias con un curioso trastorno (le asaltan visiones de contenido sexual) que llega a Londres para tratar de reactivar su vida y, si es posible, mitigar sus fantasmas. Personajes extravagantes, situaciones que provocan vergüenza y mucha humanidad son las grandes armas de estos más que recomendables shows.

  • Otros títulos destacados: The crown (Netflix, T4); Patria (HBO); Gambito de dama (Netflix); A los gatos, ni tocarlos (Netflix); El método Kominsky (Netflix, T1), Orange is the new black (Netflix, T4) y The virtues (Filmin).

Podcast: El cine durante la pandemia

Los amigos del canal Preguntas Incómodas me propusieron participar en una charla acerca de cómo la expansión del coronavirus a lo largo del mundo ha afectado al modelo tradicional de exhibición cinematográfica. Los estudios que dominan el mercado se plantean ahora nuevas estrategias, y la mayoría de estrenos importantes que las salas esperaban acoger en 2020 han acabado en plataformas de streaming o siendo aplazados sin fechas determinadas.

Sabrina Tórtora y Antonio Planchart dirigen este debate en el que también hubo espacio para hablar del caso de Disney y de Tenet, de Christopher Nolan, la cinta que muchos señalaron como la esperanza y salvación de la taquilla mundial en este funesto año.

Puedes escuchar otros de sus programas en el canal Podcast de miércoles.

Oscar 2019: el momento de levantar cabeza

Oscar 2020.Después del desastroso año pasado, donde una terna de títulos nada memorables se disputó las estatuillas, los Oscar 2019 recuperan algo de entereza y prestigio con una lista de finalistas que incluye nombres como Martin Scorsese, Quentin Tarantino, Pedro Almodóvar, actores como Al Pacino, Leonardo DiCaprio, Tom Hanks, Anthony Hopkins, Scarlett Johansson, Renée Zellwegger, Charlize Theron y películas que, en general, han gustado a crítica y público generando el consenso de estar ante un buen año de cine.

La favorita de la noche es 1917, de Sam Mendes (ya triunfador hace 20 años con su debut, American beauty). Las victorias de su nuevo trabajo tras las cámaras en el Gremio de Productores Norteamericanos (PGA) y en el de directores (DGA) afianzan su posición en los dos apartados máximos, a los que podría sumar varios premios técnicos como fotografía, dirección artística o las dos categorías de sonido al tratarse de un filme bélico (en este caso, ambientado en la Primera Guerra Mundial) rodado en falso plano secuencia. Una labor de pericia técnica que los Oscar han tenido el gusto de reconocer en los últimos años en figuras como las de los mexicanos Alfonso Cuarón (Gravity) o Alejandro González Iñárritu (Birdman y El renacido).

Sin embargo, el sistema de voto preferencial (que designa a la ganadora a través de una votación por la que los académicos eligen a sus favoritas ordenándolas del 1 al 9) hace pensar que pueda salir favorecido un título que cuenta con el mayor número de simpatías y respaldo crítico de este 2019 cinematográfico. Hablamos de la coreana Parásitos, que lleva generando comentarios desde que en Cannes se llevara la Palma de Oro y podría convertirse en la primera película de producción extranjera en lograr el Oscar más importante.

La barrera, y lo que marca el hito para muchos analistas, sigue siendo el estar hablada en otro idioma. Roma, de Alfonso Cuarón, estuvo a punto de romper moldes hace un año. El caso de The artist y lo que podría suponer su triunfo de 2011 es engañoso, pues siendo una producción francesa contaba con capital norteamericano y el respaldo en Estados Unidos de la Miramax del denostado Harvey Weinstein. Hablamos además de una cinta muda cuyas dos únicas frases pronunciadas en toda la película eran en inglés.

En los apartados de interpretación parece que todo el pescado está vendido. Joaquin Phoenix (y su impactante preJoker), Renée Zellwegger (reviviendo a la actriz Judy Garland), Brad Pitt (realmente coprotagonista junto a DiCaprio de Érase una vez en Hollywood) y Laura Dern (como la abogada de Historia de un matrimonio) se han llevado el Globo de Oro, SAG, Critic’s Choice y Bafta en los días previos a la ceremonia. Dato curioso el del apartado de mejor actor de reparto: Pitt se enfrenta a actores que se llevaron su premio en 1990 (Joe Pesci), 1991 (Hopkins), 1992 (Pacino), 1993 y 1994 (Hanks). De hecho, el rubio pudo haber continuado la lista si lo hubiera logrado en 1995 cuando era el favorito como secundario por 12 monos (se lo quitó otro supuesto Weinstein, Kevin Spacey). Esta vez, tras cuatro nominaciones, ha llegado el momento para Pitt de acariciar la gloria.

Si quieres participar en la Quiniela de los Oscar 2019 pincha aquí, apuesta por tu ganador en las 24 categorías a concurso y sueña con que cambias el curso de los acontecimientos. El cielo es el límite en Hollywood.